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Foto del escritorRafaa VillaR

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Nueve noches se han completado, nueves noches de larga y extendida lluvia. Me pregunto qué más quieres de mí. Cada noche vuelve tu recuerdo a atormentarme, aun estoy pidiendo que el fuego me hubiese consumido.

Hoy no me importa si escribo mal, escribo para el dolor, escribo para ti, solo espero que algún día volvamos a ser aquellas aves libres. Quiero que cuando me recuerdes, veas en mí la sonrisa que jamás pronuncie. Quiero que cuando estés en plenitud, puedas recordar por lo que has pasado. Quiero que cuando llegues a la cima, recuerdes el suelo del que vienes. Quiero que cuando las estrellas te alumbren, tengas presente que antes tus estrellas eran reales.

Solo tú me acercaste a la definición de ser, por qué me hiciste sentir único en el universo, me llevaste a ser un humano. Cuando era niño mis padres me mandaron a hacer amigos, después de eso me da asco pronunciar la palabra "amigo". A medida que fui creciendo, me mandaron a conseguir un amor, y hasta el día de hoy no me recupero de aquel coma en el que quedó mi corazón. Después la sociedad dictó que había que estudiar, para ser "alguien" en la vida; que sintiera con cada poro del cuerpo no les bastó.

Entonces llegaste tú, con tu cabello desordenado, tu mirada insegura, y un hola tímido, arruinaste mi vida por completo. Todo era tan común, la misma historia que todos los demás, todo era normal y monótono, hasta que me despertaste de una manera peculiar, arrojaste todas tus fuerzas hacia mi, arrastrando mi rostro en el pavimento, haciendo tambalear mis convicciones. Te convertiste en mi mayor fantasma, los kilómetros eran centímetros cuando nuestros corazones latían, aquellos ojos sin expresión me llevaron a un abismo del cual nunca he podido salir. Cada día escribo letra tras letra esperando que toquen la vista de alguien, Al menos mis escritos pueden ser libres.

Estas cadenas siguen acaparando mi cuerpo, las marcas se han tatuado en mi piel, en este día lluvioso me ahogo con todo lo que nunca te dije. Quedaré esperando en aquella esquina, hasta que el fuego arrastre nuestras almas, hasta que nos consumamos en el olvido, esperaré hasta que me arrastres al infierno y este consuma nuestros recuerdos.

Nuestro viernes trece, o como lo llamaron los demás, romance, comenzó cuando empezamos a odiarnos, odiar lo que éramos, a odiar nuestro particular cuerpo humano. Tu inconformidad y mi conformismo chocaron como dos átomos en busca de su complemento, en ese instante no sabíamos si éramos demonios o ángeles. Abrimos nuestros ojos, fuimos el árbol prohibido, bebimos la poción, nos hicimos más imperfectos de lo que habíamos nacido, nos hicimos más humanos, nos hicimos libres.


RafaA VillaR.


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