Cuando la noche había caído y Morfeo se posó en la cima de la luna, mis ojos cayeron como dos puertas que se cierran a toda prisa y con desesperación.
Miré, me encontraba yo en un mundo extraño, mi corazón latía, mis pulmones funcionaban a la perfección, pero lo que mis ojos percibían iba más allá de cualquier mente maestra. Me encontraba en otro mundo, un mundo extremadamente nuevo, las atrocidades allí puestas en practica eran completamente recientes para mi pequeño raciocinio.
Un gran reloj comenzó a andar de manera inversa y mis piernas se vieron obligadas a caminar. Mientras lo hacia, pude percibir las burdas acciones de los nativos de aquel mundo. Su cielo era de color sangre y sus montañas lloraban; como clamando por ayuda. El sol era un aro oscuro y la luna se había caído de la desesperación.
Las calles estaban desoladas y todos los habitantes cavaban el suelo en busca de un líquido negro, al cual clamaban con el nombre de oro. Sus plantas se negaban a dar fruto, los hombres se quitaban la vida con una cuerda al cuello, llamada trabajo y las mujeres eran obligadas abortar los niños en sus vientres.
Seguí caminando y veía como con armas, les disparaban a espejos con su reflejo y con palabras se disparaban unos a otros. Pude observar como pateaban corazones en vez de balones y todos, absolutamente todos tenían un gran orificio donde se supone que debe ir el corazón. Llevaban nombres tatuados en su piel, la boca cocida con alambres y los ojos blindados por una sombra constante, las manos atadas a las espaldas y motores a base de oro en sus pies.
La peor parte fue ver como con jeringas llenas de aire se inyectaban directamente al cerebro, eran personas vacías, vanas, llenas de vanidades, solas, acabadas, personas realmente maltrechas.
Entonces intente zafar mi cuerpo de los brazos de Morfeo. Al ver que mis intentos eran en vano, le dispare directo a sus sueños, dejándolo tirado en el suelo y abriendo por fin nuevamente mis ojos.
¡Vaya sorpresa! El susto fue mas grande al volver a la realidad, al darme cuenta del mundo en el cual vivo. Corrí hacia Morfeo clamando por su vida, tratando de que sus brazos amarraran mi cuerpo nuevamente, deseaba ser llevado otra vez a aquel sueño, que sin duda alguna era mas hermoso que la realidad en la cual había despertado.
RafaA VillaR.
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