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  • Foto del escritorRafaa VillaR

1. Génesis

En el principio Dios creo el cielo y la tierra, en el principio el cielo y la tierra se revelaron contra Dios. En el principio él bebé dice sus primeras palabras, en el principio el alcalde cumple sus promesas, en el principio los amores son infinitos.

El cigarrillo calma la ansiedad; al principio, luego vuelve como una bestia en busca de nervios débiles. Todo al principio es bueno. En el principio el fuego parece hermoso, de hecho lo es, al sentir como quema tu piel, empieza a perder belleza.

Seguimos en un génesis continuo, nos gusta empezar cosas, nos gusta dejar cosas empezadas, nos gusta hacer creaciones e ir a descansar eternamente en el séptimo día. El edén se nos ha salido de las manos y las excusas son la serpiente perfecta. Seguimos arruinando la promesa de una tierra prometida, derramando falsas promesas; sacrificios de sangre que nunca llegaron al cielo.


Recuerdo bien mi génesis, caminando en aquella calle llena de estudiantes, feliz porque había sido capaz de escribir algo productivo. Recuerdo que escribía sobre puentes entre el bien y el mal. Después de tantos diluvios, pude al fin construir un arca para salvar mi alma.

Hoy es el hijo quien entrega al padre como sacrificio. Hoy los cielos se abren y no precisamente para bendecir a la humanidad. Cuando llegas al punto de aborrecer a la propia creación, empiezas a escribir con tal apego que no puedes parar, tal como el animal que se alimenta de sangre, tal como el asesino en serie, tal como el depredador persigue a su presa; cuando se comienza, no se puede parar.


Hoy estamos lejos de ser una nación santa, estamos lejos de ser el pueblo elegido. No pudimos con los diez mandamientos, mucho menos con fronteras llenas de leyes. Hoy hacemos ver a la torre de babel como una pequeña confusión, no logramos entendernos los unos con los otros; y no hablo precisamente de idiomas.

Siempre he dicho que vivo en un juego, ignorando que todos vivimos en el mismo pésimo juego de ajedrez. Vamos por allí apostando por nosotros mismos, vendiendo el poco de alma que queda por un poco de reconocimiento, siendo arrojados como peones ciegos, caminando directo a una masacre implacable.

Llevo años buscando tierra firme para esta arca a la deriva, me he quedado sin palomas y sin oportunidades. Todo lo que mis ojos perciben es un mar lleno de una masa febril de indigentes unido a un cielo lleno de ricos nepotistas.


Un escrito por año, setenta y ocho años perdidos desde el génesis y hoy más que nunca ruego por un punto final. Seguiré andando hasta que los dedos digan para ya, hasta que me quede sin ideas, o hasta que el temido fin me alcance.

El árbol de aquel fruto ha sido cortado, ya no hay hermanos que matar, ni becerros que destruir. Todo principio tiene un fin, toda nacimiento una muerte, todo para siempre un hasta nunca y todo génesis un apocalipsis.




Estatua de la entrada de san basilio de palenque-Bolívar



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