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  • Foto del escritorRafaa VillaR

Suspenso

Siento mis pies tan pesados como sandías gigantes, los siento tan pesados como si toda la carga que llevo se acumulara en ellos.

Se siente igual a cuando te llaman a una tarima para entregar un premio, un cosquilleo que recorre la columna y baja a los pies. Se siente igual que los nervios a un primera cita, se siente igual que el remordimiento de haberle fallado a alguien que quieres, se siente igual que perder a alguien que amas, la diferencia es que te estas perdiendo tú.


Muy a lo lejos escuché llantos de niño, escuché risas, escuché el llamado de mi madre, escuché besos. Pude sentir el sabor a arroz con leche en mi boca, sentí el calor de un cigarro secando mi lengua, sentí sus labios llevándose mi último aliento. sentía como los días se me habían ido, cuanto tiempo había perdido, sentía que los pocos recuerdos que tenia, se hacían polvo frente mío.


Es completamente natural sentirse perdido, sentirse como un producto mas del día a día, sentirse como el arca que no atracó. No sé cuanto tiempo transcurrió desde que el deseo bajó a mi corazón y se hizo hecho, no se cuanto tiempo llevaba dando vueltas en busca de la fuerza necesaria, no se cuanto tiempo transcurrió mientras que como un naufrago, buscaba un escape de esa isla sofocante.


Por primera vez sentí la nada bajo mis pies ¿estoy levitando? ¿esto es lo que sienten las aves cuando alzan el vuelo? ¿esto sentirán los ángeles? dejé todas esas preguntas en el aire, eché una mirada al suelo y afronté la verdad, estaba en completo suspenso, en suspenso espiritual y en suspenso físico, por una parte no sabia que pasaría después de todo lo que estaba sucediendo y por otra parte me descubro a mí mismo a muchos centímetros sobre el suelo, en completo suspenso, con miedo tal vez, con desesperación, con dolor, pero suspendido.


El suspenso es frio, es solitario, es tranquilo, es exhalante, casi que podía sentir como la sangre se calmaba, pude sentir como las manos ya no tenían fuerzas o simplemente no querían luchar, podía sentir el acenso hacia lo desconocido, ya no me sentía a unos centímetros suelo, me sentía a kilómetros de distancia arriba, para esa instancia, ya había cedido al suspenso, me encontraba en el, pero lo estaba disfrutando, el saber que no tenia idea de que seguiría, el acabar con aquella jaula, me llenaba el cuerpo de satisfacción.


Me encontraba nadando en un interminable, profundo y bello nada, oscuridad, tonos azules, viendo y eliminando todo lo que me cortaba, viendo por una hendija de la ventana todo eso que quería dejar detrás, lentamente estaba cediendo cuando sentí unas manos desconocidas sacarme de mi profundo océano, escuché golpes, escuche gritos, escuche llanto, escuche lamentos, pero esta vez no eran míos.

 

Bajé, o mas bien caí de mi noveno cielo, las ventanas empezaron a abrirse y me sentía en un camino de arboles, en el cual la luz se filtra por las hojas. Los días pasaron y fui aprendiendo y comprendiendo, que las estaciones, aunque invisibles, cambian, que el tiempo no se detiene, que la vida te hace madurar, los sueños te hacen sangrar, que todo es pasajero, que todo pasa, pero sobre todo, que si se tiene amor, ese nunca muere.


Cuando la luna no aparece y esta oscura, enciendo la luz para alumbrar mis pensamientos, levanto mi vuelo, para hacerme ver que la sombra que se proyecta con la luz, siempre soy yo, que no hay monstruos bajo la cama, sino durmiendo en ella.


Ese día de suspenso, muy dentro de mí, pasé de azul oscuro a negro, me fundí como se funden los metales en un crisol, me hice un juramento de sangre, no lo romperé. Se puede sentir en el aire, se puede saborear, el final está sobre nosotros, pero yo ya lo logré. Sigo suspendido, pero no sobre el suelo de mi sala, me encuentro en un suspenso mas allá de lo que un día pude esperar, esta vez las estrellas son la soga y tengo el universo completo suspendiendo a mi pies.


07/01/2014

RafaA VillaR




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